DE LAS COCINAS DE NUESTROS ABUELOS AL DISEñO MODERNO

Lejos se han quedado los días en que la cocina era un espacio destinado a guisar que se ubicaba el final de la casa, generalmente al final de un largo pasillo. En la vivienda burguesa, esta estancia se consideraba un lugar lleno de humos, olores agrios y solía contar con una puerta de servicio. En cambio, en las casas obreras, era el único ambiente templado y el centro de la vida.

Hoy, las cocinas no tienen escalafón social y más allá del lugar en el que cocinar y comer, se han convertido en espacios aglutinadores, que incluso sirven de centro de reunión y por eso su diseño se cuida para que la estancia sea más cómoda, funcional y moderna. Así lo corrobora el estudio anual Houzz y el Hogar, del que se desprende que actualmente la cocina es la reina de las reformas, ya que el 55% de los encuestados realizó cambios importantes en ella.

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En este nuevo espacio, que ha recuperado su estatus como zona preferida de reunión alrededor de la mesa, se tiran tabiques y se gana funcionalidad. La moda actual apuesta por unir cocinas con salones para conseguir nuevas estancias en las que se hace un uso mixto y que permite la interacción: así quien cocina ya no se queda aislado del resto.

Por supuesto, la tecnología cobra un papel decisivo en la configuración actual de estas estancias. Por ejemplo, antes de que las neveras se popularizaran para mantener los alimentos se usaban las denominadas fresqueras, que no eran otra cosa que alacenas aisladas protegidas por una reja metálica que se instalaban en las fachadas de las casas y se orientaban al norte para mantener los alimentos frescos pero no fríos. Por supuesto, su utilidad mermaba considerablemente durante el verano. Los primeros frigoríficos de la era moderna llegaron a Europa en la década de los años 20, y aunque revolucionaron la cocina doméstica eran extremadamente caros. Fue a partir de los 60 cuando se consiguió mejorar algunas prestaciones de los nuevos frigoríficos, aunque consumían mucha energía. Hoy, las bombas actuales consumen poca electricidad y los electrodomésticos cuentan con cajones para conservar cada tipo de alimento.

Ventajas en la limpieza

Por supuesto, en la época de nuestros abuelos no existían los lavavajillas que nos permiten ahorra tiempo. Antes era necesario remangarse y limpiar a mano. También ahora, gracias a la caldera que normalmente se instala en la cocina oculta bajo un mueble panelado, podemos disponer de agua caliente durante todo el lavado.

El cocinado

Cuando no existían las vitrocerámicas ni las placas de inducción, preparar los alimentos era una tarea más compleja. Las cocinas eran de carbón y los hornos de piedra y aunque las primeras cocinas experimentales a gas se inventaron a principios del siglo XIX, resultaban muy peligrosas. La elaboración de alimentos no era cosa sencilla y requería de mucho más tiempo y esfuerzo, y si las puertas no se cerraban bien, humos y olores se expandían por toda la casa, nada que ver con las modernas campanas extractoras de ahora que hacen que el vapor de la sartén se esfume enseguida. Además, en la actualidad contamos con electrodomésticos de alta gama que nos permiten cocinar a baja temperatura en nuestra propia casa, tal y como lo hacen los grandes chefs o disfrutar de las prestaciones más asombrosas de los hornos a vapor.

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