¿QUé 'GADGETS' HACEN FALTA DE VERDAD PARA DISFRUTAR DEL VINO?

Las cacerolas y las sartenes son como los jerséis: por muchas que te compres, al final siempre acabas usando dos o tres. Lo dice la escritora Laurie Colwin en su delicioso 'Una escritora en la cocina.

Con el vino pasa exactamente lo mismo. Decantadores, termómetros, sacacorchos, salvagotas, vinotecas aclimatadas, cubiteras, bombas sacaoxígeno, abridores eléctricos… No sé cuántos metros cuadrados de superficie hacen falta para montar un bazar exclusivo de esta tipología de enseres.

Si algo me ha enseñado la experiencia y el haber compartido muchos vinos con gente muy aficionada y que sabe mucho de esto, es que cuanto más y mejor vino bebes, menos artilugios atesoras.

¿Qué tiene que tener realmente uno para disfrutar de un vino? Es sencillo: un sitio para enfriarlo (por si fuera necesario), un sacacorchos (ahora ahondamos en ese tema) y un recipiente en el que servirlo (copa o vaso). FIN. Todo lo demás está de más.

El sacacorchos es de por sí un mundo de fantasía, diseño y tecnología. Eléctricos, automáticos, a modo de bomba de aire… Los mejores son los manuales. Y dentro de estos, que también hay infinidad, esos que son del tamaño de la palma de la mano y se cierran y abren como una navaja. Son los que suelen llevar los camareros en el bolsillo. Por algo será. Son duraderos, muy fáciles de llevar en cualquier lado y baratos. Además, abren la botella, que es para lo que los queremos. Todo lo demás es 'postureo'. Si ya tenemos bastante con el cargador del ordenador, del móvil, de la tablet… como para meter en la ecuación el cargador del abridor de vino…

Trabajé durante varios años en un club de vinos en el que se abrían más de 5.000 botellas al año para catarlas. El jefe de cata, que era el que abría las botellas sólo usaba ese tipo de sacacorchos. Decía que había probado todos los tipos habidos y por haber, que los manuales son los mejores, y los demás duraban menos y eran más incómodos de usar.

El mundo de las copas es como el de las cacerolas del que nos habla Colwin. “Casi todos los utensilios son trastos; pocos son de veras necesarios”. Pues con las copas, igual. Me gusta beber los espumosos en copa de vino normal y el vino en vaso de chato. En ocasiones un vaso de plástico de cumpleaños hace una labor encomiable en un día de piscina. Y así podemos seguir hasta desmontarle el negocio a Riedel. Qué relajante es ver precipitarse un vino tinto por el fino borde de una copa borgoña marca Riedel, no lo voy a negar; pero si la situación no es propicia, cualquier recipiente cóncavo es óbice para disfrutar de un vino. No seamos tan tiquismiquis.

La temperatura: ahí sí que me postro ante lo ortodoxo. No hay nada peor que beber vino caliente. Es un insulto al vino, al que lo ha elaborado y a nosotros mismos. Si cuentas con una vinoteca, olé por ti. Si no, cualquier recipiente con agua y hielo hará las tareas de temperamento. Y en el peor de los casos, a la nevera, ya irá cogiendo temperatura en la mesa. De hecho, si tienes pensado gastar algo de dinero en 'gadgets' de vino, que sean de los que ayudan a enfriar o mantener la temperatura (vinotecas, cubrebotellas, hieleras…).

Si eres un erudito, vives de esto, o eres un enamorado de los vinos viejos, entiendo que te estén sangrando los ojos, suponiendo que hayas llegado hasta aquí. Si estás en ese grupo, mis respetos y disculpas. Entiendo que en ese caso el instrumental para que el corcho no se rompa al sacarlo, o los decantadores para que el vino respire, son herramientas más que necesarias. Pero para él común de los mortales, que seguramente seamos entre el 99% y el 99,9% de los que bebemos vino, basta con lo mencionado.

¿Y todo lo demás? ¿Y todos esos artilugios que venden en las tiendas de regalos, bodegas, etc…? Llamémoslo marketing. Llamémoslo “vamos a aprovechar todo el 'snobismo' que hay alrededor del vino para vender más cosas…”. Yo tengo una caja llena de una amplia diversidad de utensilios de esta índole que me han ido regalando a lo largo de los años y que no sé qué hacer con ellos. Si alguna vez has regalado alguno, seguramente ahora mismo esté en una caja similar dentro de un armario, suponiendo que no haya sucumbido a una mudanza.

Cualquier euro que va destinado a un 'gadget' de esta naturaleza, es un euro que no va a la siguiente botella, que es lo único que de verdad hace falta para disfrutar de un vino. Así que, recuerda, todo lo que no sirva para enfriar, abrir o beber vino, es prescindible. Y parafraseando a Laurie Colwin, los 'gadgets' del vino son como los jerséis, por muchos que te compres, al final siempre acabas usando dos o tres.

2023-05-17T06:27:22Z dg43tfdfdgfd